
Una de las interrogantes y preocupaciones más grandes de los padres y madres de niños con TEA es sobre la alimentación o selectividad alimentaria, ya que en la mayoría de los casos, existe selectividad alimentaria, reflejada en conductas como el rechazo ante comidas, reacciones de asco frente a alimentos en específico y/o sus olores, llegando incluso en ocasiones al vómito con tan solo ver dicho alimento.
Entonces, ¿es esperable que le ocurra esto a mi hijo?, ¿por qué ocurre? y ¿qué debemos hacer? son preguntas que iremos resolviendo poco a poco.
Para comenzar, debemos entender la diferencia entre la selectividad alimentaria y las dificultades gastrointestinales asociadas al TEA. Ambas son dificultades asociadas al diagnóstico, es decir pueden (o no) estar presentes y se pueden manifestar individualmente y también de manera simultánea, en conjunto.
Dificultades gastrointestinales
Las dificultades gastrointestinales, son condiciones médicas asociadas a este sistema, dentro de las cuales se encuentran: alergias alimentarias, diarrea, constipación, etc. Las señales de alerta que debes tener en cuenta son: diarreas recurrentes, manchas en la piel, mucosidad nasal excesiva sin que haya un origen de enfermedad respiratoria, dolor abdominal muchas veces expresado en llanto previo y posterior a la hora de comer, entre otras. Si tu hijo/a presenta alguno de estos síntomas, debes acudir a un médico especialista, ya sea para el diagnóstico, como para un adecuado tratamiento.
Selectividad alimentaria
En palabras simples, la selectividad alimentaria es el rechazo de alimentos, ya sea por su color, textura, olor, temperatura, cantidad, etc. como respuesta de un procesamiento exagerado del estímulo rechazado, provocando molestia en el niño. Se puede manifestar en conductas como: llantos a la hora de comer, arcadas o vómitos al ver/oler/probar algún alimento, rechazo a explorar alimentos nuevos y repertorio limitado de éstos (ejemplo: solo come pan).
Esta dificultad está asociada directamente con el área sensorial, más directamente con el perfil sensorial hiperreactivo que, recordando un poco, es el procesamiento exacerbado de algún estímulo provocando molestia y/o rechazo ante el mismo. Este perfil sensorial puede estar afectando la alimentación en cualquier canal sensorial (sentido) y podríamos observar las siguientes conductas:
Hiperreactividad táctil
Molestia y/o rechazo ante alguna textura de un alimento en específico o a la mezcla de éstas. De igual manera, incorporamos la temperatura, en donde puede existir un rechazo a la temperatura del alimento, como de los utensilios utilizados para proporcionarlo. Cabe destacar que, en ocasiones, el nivel de sensibilidad puede llegar a ser tan alto que los niños son capaces de distinguir si el alimento es de la misma marca comercial o no.
Hiperreactividad auditiva
En el caso de que tu hijo/a presente este perfil, podría llegar a rechazar alimentos que generen mucho ruido al momento de masticarlos. De igual manera, si el ambiente en donde se encuentra el/la menor es muy ruidoso, influirá en la disposición frente a la alimentación.
Sistema gusto/olfato
Ambos sistemas están muy ligados en alimentación y su incidencia en la alimentación se ve reflejada en rechazo a comidas muy condimentadas y a olores de alimentos, provocando reacciones como arcadas y vómitos.
Sistema visual
Muchas veces, la disposición de los alimentos en el plato, más los coloridos diseños de los platos infantiles, es demasiada información para procesar, sobretodo en niños/as que presenten dificultades atencionales. De igual manera, asociamos este sistema al reflejo de la poca flexibilidad cognitiva, cuando los alimentos no se encuentran ordenados por color o forma, por lo que si tu niño/a es muy estructurada, podrían incluso serlo en alimentación.
Sistema vestibular
Este sistema incide en la alimentación, cuando nuestros niños/as tienen un pobre control postural y/o de equilibrio o también, cuando presenta hiperreactividad ante este canal, ya que los movimientos de cabeza que debe realizar para recepcionar una cucharada de comida, proveniente de un otro o por sí mismo, va a generar molestias; de igual manera si sus pies no se encuentran sobre una base estable.
¿Qué debemos hacer ante una selectividad alimentaria?
En primer lugar, es fundamental acudir a los especialistas indicados para que evalúen tanto perfiles sensoriales como el sistema orofacial (musculatura de rostro y boca), por lo que un/a Terapeuta Ocupacional y un/a Fonoaudiólogo/a sería el equipo correspondiente a evaluar e intervenir alimentación.
El rol de la fonoaudiología es fundamental, ya que muchas veces la poca estimulación producida secundariamente a la selectividad alimentaria, provoca afectación en la musculatura que incide directamente en la masticación-deglución, pero también en el desarrollo del habla.
Por otro lado, el rol de la terapia ocupacional será evaluar el área sensorial en todos sus sistemas, pero además, evaluar e intervenir rutinas y hábitos que podrían estar interfiriendo de igual manera en el desarrollo de la alimentación.
Consejos para afrontar la selectividad alimentaria
Algunos consejos generales a considerar:
- Establece una rutina en donde la alimentación sea una actividad establecida, en el mismo lugar siempre y en el mismo horario.
- Considera la alimentación como una instancia social. Muchas veces apartamos a nuestros niños de nuestros momentos de alimentación, en donde ocurren miradas, señas, risas, conversaciones, etc., privándolos de esta interacción tan necesaria para ellos.
- Expone a tu hijo/a al alimento, pero no lo obligues a comerlo. Estudios mencionan que un niño sin selectividad alimentaria debe verse expuesto al menos 15 veces a un alimento antes de ingerirlo, por lo que para nuestros niños podría ser incluso el doble. Puedes poner un alimento que rechace, en otro plato sobre otra mesa, la próxima vez estará en la misma mesa y se irá acercando hasta que llegue el momento en que el niño quizás quiera mirarlo, tocarlo, olerlo y finalmente probarlo. Lo importante siempre es respetar sus ritmos y tener mucha paciencia.
- Incluye alimentación en su juego, ya sea desde el juego simbólico, dando de comer a muñequitos o jugando a cocinar con alimentos de juguete. También puedes incluir instancias de cocina en su rutina, haciendo recetas simples en conjunto; de esta manera estimularás el área socio-emocional, el seguimiento de instrucciones, la exposición a texturas, etc.
- Si tu hijo presenta rechazo ante alguna comida, trata de identificar si su origen es táctil, visual, olfativo, gustativo, etc. También, el uso previo de temperaturas frías, disminuye el impacto táctil intraoral.
- Si tu hijo/a presenta rechazo ante texturas, identifica cuál es y puedes trabajarla según tolerancia, siempre de menos a más en cuanto a la intensidad y cantidad del estímulo.
- Si hay estímulos que puedas retirar, tanto del ambiente como en la presentación del plato, estarás ayudando a disminuir el impacto sensorial en alimentación.
- Proporciona un espacio cómodo para el/la menor, en donde pueda apoyar extremidades superiores e inferiores sobre bases estables. Si proporcionas la comida como adulto, debes posicionarte de frente, a la altura de su mirada y siempre interactuando.
- El uso de aparatos electrónicos solo perjudica el momento de alimentación, en cuanto a cantidad de estímulos sensoriales, versus la poca oportunidad de estimulación social y de interacción con el alimento.
- Busca ayuda de un nutriólogo/a para complementar proceso nutricional según corresponda.
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